La morena se desliza sin vibraciones, con sus ruedas balanceadas, sobre el trecho de casi 300 Km. que une Juiz de Fora a la capital del estado –Belo Horizonte- y que conozco mejor que cualquier otra ruta del mundo. En una etapa de la vida hacía 1.200 KM los fines de semana en este mismo trecho, para alimentar el amor y la convivencia con mi hijo Felipe….. los recuerdos me van invadiendo lentamente, paso por la Usina
de la Belgo Mineira –antigua Siderúrgica Mendes Júnior- donde colaboré durante 12 años de mi vida profesional, y tuve la suerte de conocer a Adriana, mi eterna polola y esposa. Completando 100 Km. de viaje paro en el RoseLanche para un café….los propietarios y varios garzones (viejos conocidos) me saludan y, después de unos minutos de conversa, cargo combustible y sigo viaje.
Llego a BH y Paulina (GPS) me conduce sin mayores problemas hasta el precioso departamento de los buenos amigos Ricardo y Mara, que me hacen sentir en casa. El resto del día (y buena parte de la noche) ponemos la conversa al día, sin que falten deliciosos vinos que Ricardo aprecia tanto cuanto yo aprecio las motos. El lunes será para almorzar con mi hermana Patricia, que aún no ha encontrado la paz de espíritu que tanto necesita para mejorar su salud…..me gustaría tener el don de manipular su cabeza para que lo pase mejor. 

En la tarde un compromiso comercial (ni todo es jauja en este viaje), una visita al propietario de la Suzuki local –Aldair- a quien conozco solamente por correspondencia, y reencontrar al buen amigo Assis, con quien desbravamos muchos cerros sobre nuestras motos en la Zona da Mata, y que hoy es un eximio mountain-biker, además de “ironman”. Tomo la decisión de partir al día siguiente y la noche pasa tomando buen vino y reencontrando a Tatiana e Ítalo (hermanos de Mara).
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